El universo de los dominios de Internet inicia uno de los cambios más drásticos que tuvo en los últimos años tras la disponibilidad de nuevas extensiones junto a las tradicionales .com, .net o la más restringida .xxx.
De esta forma, para la ICANN , el organismo internacional responsable de la organización de la red, las solicitudes sólo estarán limitadas por la fantasía del solicitante (instituciones, empresas y usuarios particulares) dispuestos a pagar los 185.000 dólares necesarios para crearse un dominio original.
Entre las grandes compañías, algunas anunciaron también su intención de registrar como dominio su nombre comercial: Hitachi (.hitachi), Canon (.canon) y Deloitte (.deloitte).
Las restricciones para los nuevos dominios, en efecto, son mínimas, y conciernen sobre todo a cuestiones técnicas como la presencia de números.
Ya hubo varias manifestaciones de interés por la adopción de una extensión particular, de parte de algunas empresas pero también de grandes ciudades como Londres, que podría registrar el dominio .london para sitios vinculados con el turismo.
Nueva York, Berlín, París y Las Vegas también quieren sumarse a la iniciativa reservando su espacio con apellido propio en la web.
La decisión de expandir el número de dominios autorizados, que ahora son 22 además de aquellos vinculados con un estado en particular (como .ar, .uy o .fr) fue tomada, según una nota del ICANN, para "promover la innovación de las direcciones de los sitios web y abrir los dominios también a caracteres de alfabetos no latinos".
De este modo se apunta a mercados como el asiático y el ruso, que utilizan alfabetos diferentes hasta ahora no contemplados. A su vez, también se busca dar mayor amplitud a la Red, creada hace décadas y objeto en los últimos años de una explosión que dejó totalmente insuficientes los dominios creados inicialmente.
El proyecto desató sin embargo numerosas polémicas, sobre todo de parte de empresas e instituciones preocupadas por la posibilidad de que alguien registre o utilice de manera impropia los dominios, o que los acapare para después venderlos, un fenómeno de "ciberocupación" muy difundido en los nombres de la Web.
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